EL PUEBLO EXPRESA SU SOLIDARIDAD POLÍTICA CON LA MARCHA INDÍGENA

Foto: La Prensa
La movilización de los indígenas de tierras bajas en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS) arribó a la ciudad de La Paz en medio de un inmenso recibimiento de la población paceña y nacional. Miles de ciudadanos hicieron verdaderos cordones humanos por donde pasó la marcha y aplaudieron y dieron muestras de apoyo emotivos. Niños escolares, jóvenes colegiales, universitarios de La Paz y el resto del país, profesionales, en particular médicos, vendedoras de mercados, obreros, gremiales, colectivos sociales y culturales, sindicatos populares y gente de a pie fueron los protagonistas de este caluroso recibimiento a la VIII marcha indígena. Análisis y Opinión se suma a esta solidaridad política que ha dado el pueblo.
Esta manifestación de la población que tomó partido por la acción de los indígenas no puede ser vista al margen de los hechos políticos que la preceden. Reiteradas acusaciones mentirosas que el gobierno lanzó contra los marchistas, millonaria campaña publicitaria gubernamental para desprestigiarlos, utilización de “disidentes” de la marcha en una política de división de los sectores populares, incitación a enfrentar pueblo contra pueblo utilizando dirigentes colonizadores adictos al MAS y una brutal intervención ordenada por el gobierno el 25 de septiembre a los indígenas en la localidad de Yucumo, ha sido la política del gobierno en este tema y la población la ha rechazado de manera contundente. Evo Morales, que hipócritamente dice representar a los indígenas, desconoce los derechos de estos pueblos cuando se trata de defender los grandes intereses imperialistas como el proyecto de la carretera del TIPNIS.
El recibimiento de la marcha y las pasadas elecciones judiciales han marcado un punto serio de inflexión en el apoyo popular que tenía el mandatario boliviano. A diferencia de las visiones conspirativas del gobierno y los eternos revisionistas y reformistas sobre la “acción de la derecha” (como si el gobierno del MAS podría considerarse de izquierda o revolucionario), las acciones que precipitaron este momento catastrófico para el MAS fueron cometidas por el propio gobierno.
Un elemento, que muestra su sentido general, son los compromisos estructurales del Estado boliviano con los capitales imperialistas en la construcción de la carretera, lo que ha llevado al gobierno a jugarse el respaldo político y empeñarse a fondo para construir dicho camino “pese a quien le pese”. Este marco de condiciones internacionales muestra el sometimiento del gobierno al imperialismo y desnuda la demagogia antiimperialista. El otro elemento tiene que ver con su forma de gobernar. Si dejamos de lado la demagogia oficialista como el “gobernar obedeciendo al pueblo”, las adulaciones de los sindicatos adictos (CSUTCB, “Barzolinas”, cooperativistas, entre otros) y los corifeos revisionistas y reformistas (PCB, PCMLM, sectores de guevaristas y otros trotskistas) o las adulaciones de los pocos pachamámicos del gobierno que legitiman la idea del “presidente indígena”, encontramos simplemente el estilo caudillista y despótico que el mandatario practica dentro y fuera de sus filas. Este estilo sin duda tiene mucho que ver en la orden de “intervención brutal y ejemplar” que hizo la policía a los marchistas indígenas que causó el rechazo general del pueblo boliviano.
A despecho de los conspirativistas, los protagonistas del recibimiento a los indígenas ha sido mucha gente humilde y trabajadora que votó por Evo Morales y que siente frustración al sentirse traicionada por él.
Ante el recibimiento popular a los marchistas al gobierno no le quedó más remedio que retirar su dispositivo policial represivo del centro de la ciudad (un carro Neptuno para disolver marchas) y permitir el ingreso de la marcha a la plaza Murillo, lugar que normalmente está vetado para las manifestaciones que no son del MAS. Sin embargo el aparato policial, por instrucción del gobierno, tiene cercado a un grupo de indígenas marchistas que instalaron una vigilia por la noche frente a Palacio de Gobierno, dificultando la solidaridad del pueblo que busca proveerles de ropa y comida.
Foto: La Prensa
La marcha de los pueblos del TIPNIS revela que las energías democráticas siguen vivas en lo más profundo del país, pero más importante aún, siguen luchando por alcanzar una liberación plena (no estamos hablando en un sentido liberal burgués). Este conflicto expresa los contradictorios intereses entre los pueblos y el Estado, los intereses sobre la autodeterminación de los pueblos (aunque las limitaciones de la dirigencia indígena no den un perfil claro en esto) y los intereses del imperialismo en el proyecto carretero. Se trata de contradicciones antagónicas y no de “tensiones creativas” de ningún tipo.
Esto es tan cierto incluso considerando que los objetivos de esta marcha están enmarcados dentro de los límites del viejo Estado (hoy llamado Plurinacional) y en el marco de la Constitución Política del Estado, se trata de una reivindicación política que exige al Estado trastocar los sacrosantos intereses que tiene con las estructuras mayores, por eso el vicepresidente ha dicho en algún momento (entre insulto e insulto) que los marchistas tienen una reivindicación política de orden estructural, por lo tanto inatendible. Lo que sucede es que cuando se interpela al Estado en la aplicación a fondo y consecuente de sus propias leyes, inmediatamente salen a flote las limitaciones de estas leyes, porque en realidad todo el cuerpo legal es expresión de las necesidades de las clases dominantes. La exigencia a fondo de la aplicación de las leyes (como puede ser este caso) cuestiona el carácter de “sistema democrático” (así definen los pensadores liberales al Estado en el que vivimos), y pone de relevancia el monopolio del manejo político y policial (militar) que ejerce el gobierno, es decir, devela su carácter dictatorial que es el sustento del sistema.
Los marchistas están en La Paz y recién comienza la lucha por su pliego, la solidaridad política de la población manifestada en el cariño y apoyo logístico a sus condiciones humanas deben ahora manifestarse en la lucha militante por conseguir sus demandas frente al Estado.
Bolivia, 20 de octubre de 2011

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