Mientras EEUU ponga dinero y “no se meta en política”, el gobierno le abre las puertas para que actúe en programas de salud, educación, tecnología, desarrollo, agricultura. Importa el dinero, y no la línea política que el imperialismo introduce en tan distintas actividades en el país.
Ésa es la descolonización para el gobierno del MAS: Entregar el alma a cambio de financiamiento; entregar los recursos naturales a cambio de inversiones; si los masistas tuvieran principios, se diría que entregan sus principios a cambio de dólares.
Esa lógica tiene la descolonización del MAS. Veamos por ejemplo el “Matrimonio Colectivo con Identidad” del 7 de mayo en el coliseo cerrado de La Paz. Hasta allí llegaron 355 parejas de distintos ayllus y comunidades.
Unos meses antes, diputados y dirigentes masistas viajaron a sus respectivos pueblos a convencer a sus paisanos de casarse o volver a casarse en el “Matrimonio Colectivo”. ¿Qué los convenció? Santiago López, de un ayllu Uru Chipaya, dijo: “nos van a dar una construcción de vivienda a los matrimonios contrayentes”. En su pueblo se anotaron 70 parejas para hacerse de una casa.
“A nosotros nos obligan a casarnos para ejercer un cargo en la comunidad, pero por una casa las parejas se han motivado más a casarse en esta identidad cultural”, dijo Francisco Choque de la comunidad Sullka Uta de Curahuara de Carangas. De este pueblo acudieron 17 parejas.
Ni siquiera es cierto que van a ser beneficiados con un plan de vivienda. ¡El gobierno después explicó que van a recibir casas en calidad de “préstamo”! El estilo nada descolonizador de comprar conciencias y prometer prebendas fue manejado por el ex mirista y actual viceministro Félix Cárdenas.
Hasta aquí ¿dónde está la descolonización? ¿Cómo se quiere descolonizar con las mismas actitudes del colonizador? ¿Cómo puede nacer una nueva familia descolonizada de un solo acto cultural? Eso sin contar que un conjunto de ONGs apoyaron este programa del “Matrimonio Colectivo” con el objetivo de meter su paquete de capacitaciones sobre salud sexual, violencia intrafamiliar, género y derechos humanos para los nuevos matrimonios. En síntesis, el gobierno ha lanzado a decenas de parejas campesinas e indígenas a los tentáculos de la cooperación extranjera. Las ONGs pagadas por distintas agencias imperialistas comenzarán a hacer el trabajo ideológico con las parejas, vía cursos de “capacitación”.
Bolivia es un país semicolonial y semifeudal. Y es un país semicolonial porque es independiente políticamente, y totalmente dependiente de los países imperialistas a nivel económico.
Por eso es que dejar de ser semicolonial implica romper con el imperialismo. Es decir que la descolonización empieza por echar a las empresas transnacionales que saquean el país, expropiar el capital financiero de los grandes banqueros extranjeros, borrar todas las políticas de desarrollo y la democracia para ricos que impulsa el imperialismo. ¿Podrá asumir esa tarea el Estado boliviano? No. Eso es como pedirle a un zorro que se convierta en oveja. El propio Estado boliviano es semicolonial, nunca va a poder transformarse en otra cosa, menos descolonizarse a sí mismo. Por eso es que las políticas descolonizadoras del MAS han resultado en payasadas, en una burla para el pueblo (recuerden la instrucción a los funcionarios del Viceministerio de Descolonización de vestirse de traje típico una vez a la semana).
Podemos volver a vestirnos con bayeta de la tierra y casarnos en la punta del Illimani, pero si permitimos que la cooperación internacional y las transnacionales (léase imperialismo) decidan dónde hacer nuestros caminos, qué productos cultivar, qué industrias abrir o cerrar, qué capacitaciones recibir, seguiremos presos, agachados y concentrados solo en cómo sobrevivir. Sin posibilidades de crear una nueva concepción de la pareja, de la familia y de un sinfín de relaciones sociales que ahora están sometidas a las ataduras propias de esta vieja sociedad.
Análisis y Opinión 