La marcha de los discapacitados o personas con capacidades diferentes es la nueva manifestación que llega a La Paz después de 100 días de sacrificio desde el oriente boliviano donde tuvieron que lamentar la muerte de dos de sus miembros.
La combatividad expresada en la manifestación que protagonizaron los discapacitados y sus familias (a quienes el gobierno llama infiltrados) sorprendió a alguna gente y a los medios de prensa porque se trata de un sector numéricamente reducido aparte de las limitaciones propias de su condición, por ello los marchistas fueron duramente reprimidos por los efectivos policiales quienes usaron gases lacrimógenos, esposaron y hasta le colocaron un bozal a uno de los discapacitados en el momento de su detención.
El gobierno fue a la carga con el desgastado argumento de que en la marcha había infiltrados de la derecha y la condenó, otros sectores conservadores igualmente criticaron la beligerancia de los movilizados demandándoles una acción “racional” y “civilizada”. En realidad estos argumentos buscan simplificar el problema haciendo ver a la marcha como irresponsables, irracionales y sin capacidad de negociación o “diálogo” de manera tranquila frente a un gobierno que en apariencia siempre está dispuesto al diálogo y actúa de manera ecuánime. Esta es una ficción que los hechos se encargan de desmentir. Habría que preguntarse por qué un sector tan pequeño y hasta cierto punto limitado se expresa con beligerancia ante un gobierno que dice ser del pueblo y de cambios profundos.
Inicialmente hay que recordar que los discapacitados fueron engañados por las promesas electorales de Evo. En su campaña presidencial les pidió el voto y les prometió un bono, después se olvidó del sector. Fueron necesarias varias acciones de protesta con represión violenta de parte de la policía en varias ciudades del país para que los discapacitados fueran escuchados. Hay que sumar a esto que las autoridades del MAS trataban a este sector como limosneros (el ex diputado Torrico se refería en estos términos) y diseminaban una idea simplona que se reproduce en algunos sectores populares que apoyan al MAS, en particular dirigentes sindicales, de que los que están pidiendo bono son vagos y no quieren trabajar.
En estas luchas obtuvieron una vez más promesas que no fueron cumplidas así que el año pasado tuvieron que iniciar una marcha de sacrificio desde el oriente del país. Durante esta travesía fueron despreciados constantemente por la millonaria propaganda oficial, que los acusaba de hacer una “marcha política” (como si existieran marchas apolíticas) en contra del gobierno y argumentaba que no había dinero para un bono (a la vez el gobierno anuncia gastos suntuosos como la construcción de un nuevo palacio de gobierno). Pero la marcha de los discapacitados también enfrentó la intriga y el ataque del gobierno, según sus dirigentes, funcionarios regionales del MAS les dijeron que tenían instrucciones superiores de no darles alojamiento y comida cosa que sucedió en algunas poblaciones. Como si no fuera poco el gobierno maniobró, a su mejor estilo corporativista, con dirigencias paralelas de los discapacitados adictas al gobierno para deslegitimar la marcha (Haciendo gala de “razonamiento masista” algunos dirigentes de estos sectores han atacado la marcha hasta el último día sin embargo han sido los primeros en cobrar el bono que la marcha ha conseguido. Este es un ejemplo del oportunismo político casero que abunda en los dirigentes ligados al gobierno).
Finalmente, cuando la marcha llegó a La Paz el gobierno desplegó un operativo policial para impedir que entren a la plaza Murillo. Ni siquiera con los marchistas del TIPNIS ni del Conisur hubo tal despliegue, el emplazamiento mostraba un escenario como la hormiga frente al elefante, dos cercos perimetrales con policías preparados para la guerra, encapuchados y además el personal de inteligencia que suele distorsionar las cosas para “mostrar” agitadores dentro de los marchistas.
Con todos estos antecedentes como se espera que los movilizados no reaccionen con la furia contenida por tanta rabia y traición, por tanto abuso al ser tratados como personas de segunda clase. Peor aún cuando el gobierno inició en la Asamblea Legislativa el tratamiento de una Ley que metió de contrabando el MAS y no representa lo que pactaron los discapacitados con las delegaciones gubernamentales. El gobierno pretende meter gato por liebre como lo hizo con la marcha del TIPNIS, la ley que ahora discuten no pasa de ser un saludo a la bandera y tal vez los hombres y mujeres que hoy marchan tengan que hacerlo el próximo año otra vez para arrancar otro bono.
Este conflicto ha vuelto a mostrar la indignación que tienen los sectores populares al ver la traición de un gobierno al que apoyaron, su beligerancia, que viene contagiado en otros sectores, va rompiendo con la pasividad en la que entró el movimiento popular cuando Evo Morales asumió el gobierno. Por su lado el viejo Estado, el gobierno de MAS, el autodenominado gobierno del cambio muestra su temor al movimiento popular con medidas bastante parecidas a las que tomaban los gobiernos fascistas en nuestra historia.
Febrero de 2012