
Por: Análisis y Opinión
01/10/12
La brutal represión en Chaparina sin ningún responsable
Ha pasado más de un año desde la brutal intervención a la VIII Marcha indígena en defensa del TIPNIS y hasta la fecha no existe ningún responsable de estos hechos, más aún, vemos a todas luces un permanente afán de los fiscales (muy funcionales al gobierno de Evo) por librar de culpas a los principales responsables y dejar el caso en el olvido.
La represión policial en la localidad de Chaparina, que fue vista en vivo y en directo por el pueblo boliviano, ha sido sin duda el punto más nefasto en la administración de Evo Morales y permitió develar las imposturas de “gobierno indígena”, “defensor de la madre tierra” o “antiimperialista”, además mostró hasta dónde es capaz de llegar el gobierno con sus medidas fascistoides para imponer su política reaccionaria.
El gobierno la preparó
La represión del año pasado tuvo las características típicas de la gestión de Morales. La intervención se preparó con antelación, el gobierno armó su pretexto cuando el Canciller David Choquehuanca fue repudiado por lo indígenas y obligado a marchar, el gobierno armó un escándalo y acusó a los indígenas de “intento de secuestro”, ensayaron la acción de la tropa policial, elaboraron el memorial de intervención con la Ministra de Justicia y prepararon la participación de militares. El Ministro de Gobierno de ese entonces, el fascista Sacha Llorenti, coordinó toda la logística para la represión.
El gobierno tenía todo preparado, el día de la intervención distrajo a la dirigencia indígena con una invitación al diálogo para horas de la noche, pero por la tarde la policía inició la represión y a través de la radio estatal Patria Nueva difundió la versión de que “los policías reaccionaron a la provocación de los indígenas”.
Se trató a todas luces de una preparación hecha en las reuniones de gabinete, no solo por el despliegue logístico que precisaba tomar decisiones de alto nivel sino por el momento político delicado que vivía el gobierno, Evo Morales, García Linera y el ministro Sacha Llorenti no podían desconocer lo que sucedía minuto a minuto.
La represión
De esta forma se ordenó la represión a un sector totalmente indefenso, especialmente por la presencia de mujeres embarazadas, niños y ancianos; la policía lanzó gases intoxicantes contra niños que se desmayaron, los golpearon brutalmente, muchos de estos pequeños se extraviaron por horas en el monte, a la policía no le importó invadir la propiedad particular, empleó palos para golpear a los indígenas, usó cinta maskin para amordazar y maniatar a hombres y mujeres, cinta comprada por el Ministerio de Gobierno.
A pesar de que las imágenes mostraron casi inmediatamente la brutal represión, Evo Morales y sus ministros no dijeron absolutamente nada, la represión policial continuó con el secuestro de los indígenas en carros alquilados por el Ministerio de Gobierno y llevados contra su voluntad a otras localidades para ser trasladados en aviones militares. En todo este tiempo Evo Morales y sus ministros no intervinieron para detener la brutalidad, esa es otra muestra clara de que en realidad ellos eran quienes dirigían el operativo contra los indígenas. Solo dos días después Evo Morales habló para lavarse las manos y limpiar de responsabilidad a su vicepresidente y su ministro. Sacha Llorenti ensayó la tesis del rompimiento de la cadena de mando (si fuese el caso no hizo nada por restablecerlo) aunque horas antes el viceministro César Navarro había declarado sobre quién dio la orden a la policía: “hemos tomado la decisión como gobierno”.
La salida cobarde
A pesar de todo esto, el gobierno de manera cobarde se lavó las manos repudiando hipócritamente la represión y prometiendo justicia incluso con comisiones internacionales. Sin embargo toda esa verborrea insultante, que en su momento denunciamos, se ha traducido en impunidad, los responsables como el ex ministro fascista (Llorenti) y el director de inteligencia en ese momento (Víctor Maldonado) que estuvo en la represión, han sido premiados con nuevos cargos. Las “disculpas” posteriores de Evo son parte de su campaña de impunidad. Los indígenas fueron burlados en sus demandas con una intensa campaña de desprestigio con todo el poder del aparato estatal.
Esa es la única “justicia” que se puede esperar del “proceso de cambio”, el gobierno tiene razones de Estado para no ahondar en un hecho que puede tener implicancias que pongan en riesgo su estabilidad. No es casual que haya invertido tantos recursos y movilizado a tanta gente para acabar con la demanda de los indígenas del TIPNIS.
No se conoce en el tiempo reciente una movilización tan grande en dinero (propaganda, regalos, viáticos para contramarchas, etc.) y gente (adeptos del Conisur, sindicatos afines para contener la marcha del TIPNIS, policías y militares) para contrarrestar la influencia de un sector tan débil, pequeño y vulnerable (indígenas amazónicos del TIPNIS). Esto muestra el abuso del que es capaz el gobierno para imponer los planes que el imperialismo le exige.
Compromisos con los sectores dominantes
Y es que en realidad detrás del problema del TIPNIS se encuentran las contradicciones del gobierno con sectores de la población y las necesidades de satisfacer los compromisos con el imperialismo y algunos sectores dominantes regionales.
Para el momento actual ya resulta risible el argumento argüido por Evo de que la carretera se hacía con el fin de que los pobladores de Cochabamba puedan ir a visitar a sus familias en el Beni, esa posición ocultaba los intereses reales que hay detrás del proyecto carretero en el TIPNIS.
El gobierno jamás ha dado una explicación convincente o un rechazo absoluto al proyecto IIRSA del Banco Mundial que después cambió de nombre a COSIPLAN bajo la tutela de UNASUR. En realidad los gobiernos de Chávez, Lula y Evo han visto con buenos ojos este proyecto “integrador” que tiene por objetivo movilizar los recursos que explotan las burguesías regionales detrás de quienes están grandes empresas imperialistas. Quien tiene especial interés por el proyecto “integrador” es la gran burguesía brasileña (y su Estado) de ahí que haya financiado grandes proyectos carreteros en varios países de Sudamérica como Perú y Bolivia. El objetivo de todo este proyecto es dinamizar la extracción de recursos naturales para la exportación a los países imperialistas, con mayor énfasis al mercado del Océano Pacífico, en particular a China. La carretera por el TIPNIS se encuentra dentro de la geografía de este proyecto. La declaración que hizo el Canciller “no somos de la filosofía del IIRSA” es pura falsedad.
Pero esta carretera también conviene a los sectores dominantes (burgueses y terratenientes) benianos, en particular ganaderos. El gobierno se ha desgastado en decir que su proyecto carretero es enfrentado por la “oposición de derecha” sin embargo no puede explicar cómo es que tiene el apoyo de los ganaderos del Beni muy amigos de Juan Ramón Quintana. Sectores del MAS, encabezados por Álvaro García Linera, ensayaron el argumento de favorecer a los ganaderos benianos para “quebrar a la derecha cruceña”. En realidad esta visión muestra que los masistas están dispuestos a moverse en las alianzas con los grupos o sectores de las clases dominantes en revancha con otros grupos y sectores, también de las clases dominantes, que se le oponen. Al gobierno no le importa que los ganaderos benianos tengan en sus estancias trabajadores explotados en condiciones de servidumbre.
Es bastante claro que la carretera beneficiará a los intereses imperialistas, se trata de un proyecto para transporte de gran tonelaje que sirva a los negocios de la burguesía compradora en Sudamérica, el camino partirá en dos el TIPNIS y paradójicamente no llegará a muchas de las comunidades que dice que va a favorecer. El financiamiento brasileño supone la contratación de empresas de ese país y teóricamente el financiador tiene las ventajas en la exploración y explotación de los recursos hidrocarburíferos que existe en el TIPNIS y que por ahora están parados por la resistencia indígena al proyecto carretero.
El uso de los cocaleros
El gobierno ha utilizado en esta lucha a los campesinos cocaleros para contraponerlos con los indígenas, ha promovido el enfrentamiento de sectores organizando contramarchas para contrarrestar el desprestigio que le generó la marcha indígena. La contrapropaganda al gobierno ha calificado a este sector como depredador y avasallador, además de estar sumamente enriquecido y por supuesto trabajar a órdenes del gobierno.
El sector cocalero es, como otros, un sector diferenciado económicamente, entre ellos existen campesinos ricos, pobres y gente que no tiene tierras. Es este último grupo el que está involucrado en avasallamientos en territorios indígenas porque no tiene tierras o no posee suficiente para reproducirse. Si bien en general los cocaleros apoyan al gobierno, hay sectores que están insatisfechos pero es la dirigencia quien controla a las bases y actúa de acuerdo a las necesidades de Palacio Quemado, esta dirigencia está compuesta por viejos dirigentes sindicales y campesinos enriquecidos que han podido pagar sus campañas electorales y tienen a su disposición el poder político a través de alcaldías o en el parlamento como diputados o senadores.
El interés de los campesinos cocaleros por la carretera está en función de sacar sus productos pero también por ampliar la frontera agrícola debido a que la tierra no les alcanza. En el fondo de esta cuestión subyace otra vez el viejo problema de la tierra y los campesinos ven los territorios indígenas como tierras desperdiciadas. Grandes extensiones de tierras siguen en manos de familias terratenientes, Evo Morales había prometido acabar con el latifundio sin embargo hizo un acuerdo de hecho con los latifundistas que se plasmó en la nueva Constitución, así el problema se ha trasladado a los territorios indígenas.
Las contradicciones con los indígenas amazónicos
Los indígenas del TIPNIS han reaccionado defendiendo su territorio ante el proyecto carretero. El gobierno y los militantes del MAS lanzaron una millonaria propaganda para desprestigiar sus demandas. Una de las principales acusaciones es que sus dirigentes están aliados a la derecha o son usados por éstos, además de estar manejados por ONGs extranjeras el servicio del imperialismo.
El grado de cinismo que tienen los acusadores oficialistas es sorprendente. Gran cantidad de esos funcionarios (ministros, diputados y senadores) provienen de esas ONGs, algunos siguen manteniendo estrechos vínculos y tienen financiamiento yanqui, paradójicamente son éstos los que más tiempo invierten acusando a USAID por su injerencia.
Es cierto que los indígenas amazónicos hace tiempo son parte del experimento de las ONGs de un “desarrollo comunitario sin dañar a la naturaleza”. Sus proyectos han funcionado con el dinero de la “cooperación internacional” y funcionaron en tanto eran financiados. Salvo contadas excepciones, el proyecto fracasa cuando el financiador se retira. El gobierno conoce muy bien todo esto porque es quien autoriza los emprendimientos y ejerce control sobre los mismos, las contradicciones que ha tenido con las ONGs tienen que ver con el control del dinero y no por cuestionar los proyectos en sí.
Desde nuestro punto de vista estos proyectos siguen la pauta de subordinación a las visiones del imperialismo (cooperación internacional), la propuesta de “desarrollo” está ligada al mercado imperialista. La producción ecológica, orgánica y con sello comunitario tiene sentido en estos emprendimientos si está ligado a los mercados americanos y europeos y no al mercado interno que no puede pagar sus altos precios. Todo esto se ha hecho con la idea de que los territorios indígenas podían practicar un tipo de desarrollo que transforme sus vidas y cuide la naturaleza, sin embargo, después de muchos años de “cooperación” la vida de los indígenas no ha cambiado en lo fundamental, las necesidades básicas de salud y educación (que es una obligación del Estado) no se han cubierto, incluso en zonas donde hay infraestructura caminera.
Los indígenas han enfrentado el poder de hacendados durante décadas y también el olvido del Estado. En muchas ocasiones los gobiernos (incluido éste) han condenado a los indígenas por haberse convertido en intermediarios de los hacendados ahora que poseen territorio Lo que pasa es que los proyectos fracasan y no existe una propuesta de desarrollo orientado a solucionar los problemas desde el punto de vista de los indígenas y el pueblo en general (y no los problemas de las burguesías latinoamericanas), por ello a los indígenas no les queda otra alternativa que vender sus recursos a los empresarios que están a puertas de las comunidades.
Los indígenas no son pues por naturaleza cuidadores del bosque, ese mito del buen salvaje ha sido creado por las ONGs y por la intelectualidad pequeñoburguesa para mistificar a los indígenas y no ver que son personas con virtudes y defectos, con grandezas y miserias, y que, fundamentalmente tienen necesidades. La dinámica política ejercita su lucha y ahí establecen sus alianzas con una intuición inocente a veces o prebendalizable, así sucedió cuando hicieron alianza con el MAS, entendiendo que sería su seguro aliado, quien sin embargo los ha tenido de manera utilitaria, desconociendo sus necesidades particulares, negando sus derechos y golpeándolos brutalmente ya que, finalmente, el gobierno apostó por sus compromisos imperialistas. En este contexto de la lucha de clases es que algunos dirigentes indígenas han hecho alianzas con los politicastros cruceños.
Los indígenas están atrapados en medio de estos intereses, el poder conservador terrateniente, la injerencia de las ONGs a través de la “cooperación internacional” y el gobierno que pretende cumplir sus compromisos también imperialistas. No se trata de una contradicción entre el “proceso revolucionario” y el poder hacendal-patrimonial que instrumentaliza a los indígenas porque el “proceso” no está al margen de los intereses imperialistas ni del poder terrateniente como lo hemos mencionado.
El gobierno y su eventual oposición son en cierto sentido dos caras de una misma moneda, ambos están comprometidos en la reproducción del viejo sistema: el primero en un sentido reformista, con cambios de forma en el Estado pero no una transformación radical del sistema social, pretende subordinar y encuadrar a la oposición (y al pueblo) en su programa, los segundos más conservadores, más serviles al capital transnacional y el poder terrateniente están por cambiar lo menos posible al Estado aunque son conscientes que el viejo programa ya no sirve para solucionar la crisis estatal. Ambos tienen intereses irreconciliables con el pueblo, sus contradicciones no se pueden solucionar calmadamente, el pueblo va entendiendo eso y por esa razón despliega una serie de conflictos contra el gobierno. Ya pasó el tiempo de creer que Evo Morales representa al pueblo. Lo que corresponde ahora es construir una verdadera alternativa en el campo popular.