
Por: Liga de Campesinos Pobres de Pará y Tocantins (18/10/2012)
Los investigadores rurales de la academia oficial en Bolivia han “descubierto” que la posesión de grandes tierras otorga poder político a quienes lo detentan. Estos “descubridores” se han lanzado a “desarrollar” esta “veta investigativa” para explicar cómo los grandes terratenientes y latifundistas no pierden poder pese a las “transformaciones estatales” del MAS y la movilización indígena.
El marxismo sin embargo viene explicando desde hace décadas el origen y desarrollo del poder político de los grandes terratenientes, quienes, dueños de la desigual estructura de la tierra, detentan un poder opresivo sobre los campesinos pobres y sin tierra, sometiéndolos a una dura explotación en condiciones serviles. Este poder es el gamonalismo, llamado también caciquismo o coronelismo en otras regiones, es el poder político de los terratenientes que se relaciona con las demás clases dominantes y tiene presencia política en la administración burocrática del Estado a nivel nacional, regional o local.
Esta fuerza opresiva se puede ver en las relaciones entre terratenientes y campesinos pobres o campesinos que buscan conquistar tierras, algunas veces este poder ejerce su dominio de manera sutil y se legitima con relaciones sociales aparentemente capitalistas y encuadradas en la ley, otras veces, como el caso de la denuncia que reproducimos y a la cual sumamos nuestra voz, se manifiesta de manera abierta, con la careta delincuencial, criminal y lumpenesca.
Nuestro compromiso con los explotados está por encima de las necesidades políticas que arguyen los “progres” cuando no se atreven a denunciar la opresión bajo los supuestos gobiernos “progresistas” como el caso del gobierno brasileño. Para nosotros sin embargo no se trata solamente de aquello, no es simplemente un problema de criterio o momento oportuno. Las clases dominantes en Brasil, entre ellos los terratenientes, han ejercido su brutal poder contra los campesinos desde siempre, incluso con Lula y ahora con Dilma, en muchísimos casos con la complicidad del Partido de los Trabajadores. Asesinato, persecución política, criminalización, torturas han sido moneda corriente en estos gobiernos porque el carácter reaccionario del Estado no se ha transformado y el poder de los señores de la tierra, lejos de acabarse, se ha desarrollado por la política a favor del agronegocio que ha implementado Lula y Dilma. La denuncia que reproducimos revela el funcionamiento del poder terrateniente y sus lazos con las instituciones estatales.
¡Abajo la criminalización de la lucha campesina!
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