El latifundio criminal contra la lucha revolucionaria campesina

Los pistoleros mercenarios de los terratenientes en Brasil actúan a vista de la Policía Militar que los encubre cuando atacan a los campesinos

Por: Análisis y Opinión

08/02/2013

 

El sintético mensaje de invitación al Primer Seminario contra la criminalización de la lucha por la tierra en Manga[i], hecho por el Comité de Apoyo para la lucha por la Tierra en Manga y la Liga de Campesinos Pobres (LCP) del Norte de Minas y Bahia resume muy claramente la situación que vive el campo en el Brasil. Por un lado la lucha de los campesinos y los trabajadores sin tierra que no renuncian a su sagrada lucha y por el otro los grandes propietarios de la tierra conectados con el poder político del Estado que cuentan con bandas de pistoleros para asesinar y perseguir a los campesinos.

El proceso de Reforma Agraria en Brasil que en teoría decía que iba a distribuir la tierra ha revelado sus patas cortas como todas las políticas que impulsaron Lula y Dilma. En la actualidad el latifundio se fortalece utilizando los más bárbaros métodos contra las organizaciones campesinas. Dos de ejemplos son colocados en el anuncio del Seminario; el caso del compañero Renato, activista de la lucha de los campesinos en Rondonia, torturado y asesinado brutalmente por la policía y el caso del dirigente del MST en Río de Janeiro, Cícero Guedes, emboscado y asesinado por pistoleros a sueldo del latifundio, dos muestras dentro de una gran cantidad de asesinatos de dirigentes campesinos que suelen finalizar con la impunidad de los autores materiales e intelectuales de estos hechos.

La lucha de los campesinos pobres tiene un contenido fundamentalmente democrático porque ataca el latifundio, generalmente ocioso, y condena las relaciones atrasadas de servidumbre y trabajo esclavo, pero en su lucha se enfrenta con el poder gamonal, que es el poder organizado de los terratenientes que tienen a su disposición el poder judicial, que generalmente emite fallos a favor de éstos y ordena brutales desalojos de asentamientos campesinos incluso en casos donde éstos tienen ya muchos años en posesión de las tierras. Además el latifundio tiene a su disposición la fuerza de la policía militar y cuenta con pequeños ejércitos privados compuestos por pistoleros a sueldo.

El Estado por su parte realiza campañas permanentes de criminalización de la lucha campesina, los acusa de ser criminales, vándalos y organizar grupos guerrilleros. Toda esta campaña, que se realiza a través de la prensa reaccionaria anticampesina y antipueblo, sirve para legitimar su parcialización con los grandes “señores de la tierra”. El poder que enfrentan los campesinos es muy grande.

La LCP narra a modo de ejemplo que “al final del año pasado la ciudad de Manga del norte de Minas Gerais fue objeto del más absurdo episodio de esta verdadera campaña de criminalización de la lucha por la tierra en nuestro país. Decenas de familias campesinas que luchan por la toma de la hacienda Beirada, latifundio improductivo símbolo del atraso y del trabajo esclavo en esa región, fueron violentamente reprimidos, victimados por una tentativa de masacre llevada a cabo por pistoleros fuertemente armados que contaron con el apoyo y cobertura de la Policía Militar”.

Si bien el poder gamonal y terratenientes es fuerte y cuenta con todo el apoyo del aparato estatal, los campesinos resisten, se organizan, se movilizan, planifican su lucha por que es la única forma de enfrentar este poder. Organizan la distribución de tierras, la producción, promueven la concientización en sus filas y se relacionan con otras organizaciones populares para buscar apoyo y solidaridad.

La lucha clasista de los campesinos pobres en Brasil se diferencia de las organizaciones cooptadas por los gobiernos de Lula y Dilma porque sus dirigentes no son los dirigentes vendidos al gobierno que reciben prebendas en dinero y en especie, ni han vendido la lucha a cambio de puestos en el Estado. La organización de los campesinos pobres, debido a su elevado nivel de concientización y su posición clasista no se comprometió, como muchas otras organizaciones oportunistas y revisionistas, con la oferta demagógica de Lula de un supuesto cambio y transformación que en realidad no transformó nada y por el contrario siguió sirviendo los intereses de la gran burguesía, de los latifundistas y del Banco Mundial.

La lucha de los campesinos pobres merece toda nuestra solidaridad y apoyo, la solidaridad de los sectores populares, de las clases explotadas y de todas las personas honestas y democráticas que creen en la justicia.


[i] Para consultar la convocatoria al seminario vea: http://bit.ly/XbGShx

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