
7/11/14
Pasó el proceso eleccionario y el viejo Estado renovó a sus administradores, estaba claro que el MAS no iba a tener problemas para ganar cómodamente la elección, pero hizo sus mayores esfuerzos para garantizar los dos tercios en la Asamblea legislativa, estos esfuerzos consistieron en la utilización de la prebenda, compra de candidatos, coacción política, amenazas, chantajes, control descarado del Tribunal Supremo Electoral, fraude y más relevante, alianzas con los sectores más reaccionarios de la sociedad.
Aunque los opositores al régimen de Morales acusan a éste de autoritario y antidemocrático es bueno recordar que lo que hemos visto en este proceso es una reedición de las viejas formas políticas y prácticas de los partidos reaccionarios, de donde provienen muchos de los opositores. Se trata pues de la democracia burguesa que en realidad es una dictadura de clase que oprime al pueblo pero busca obtener su voto para legitimarse.
Como hemos señalado el objetivo principal del gobierno de Morales era garantizar la profundización de su programa de reestructuración estatal y para ello precisó de la participación más comprometida de los sectores dominantes y de los políticos conservadores que fungían de opositores. La justificación para establecer las alianzas ha sido desde el ridículo argumento de que el “proceso es inclusivo” hasta el reconocimiento explícito de la necesidad de inversión privada, por ello los militantes del MAS han reconocido que empresarios, industriales y banqueros han financiado su campaña, en particular en Santa Cruz, las muestras más claras son las relaciones cercanas de Evo Morales y García Linera con la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia y con los terratenientes afiliados a la Cámara Agropecuaria del Oriente.
Los altos jerarcas del MAS están construyendo el argumento de que su partido ha hecho un “giro al centro” como una estrategia hegemónica para incluir a los sectores empresariales y por supuesto celebran esta estrategia con los resultados obtenidos en las elecciones.
Las declaraciones de dirigentes masistas sobre el “giro al centro” del gobierno, recogidas en el periódico El Deber de Santa Cruz, son bastante ilustrativas:
Walter Chávez, conocido como ideólogo de la campaña del MAS declaró “Evo Morales se dio cuenta hace dos años y por eso viró hacia el centro, por eso ese trabajo que hizo con las élites cruceñas de seducirlas e incorporarlas, eso se dijo muy de paso, pero no querían escucharlo, y se sorprendieron de que Evo ocupe el centro”. Carlos Romero, alto jerarca del MAS hoy senador por Santa Cruz coincide con la lectura de Chávez aunque mantiene que el MAS tiene una matriz de “izquierda-socialista” y que al interior de su partido existe una “convergencia de ideologías”. Por su lado la ex presidenta de la Cámara de Diputados, Betty Tejada dice sin tapujos “El MAS viró al centro, es cierto, pero lo hizo como un proceso de construcción, de complementariedad, y ahora vemos los resultados”. Finalmente el diputado electo por La Paz, Manuel Canelas, ligado a Álvaro García Linera, con un poco de malabarismo lingüístico dice que el MAS no hizo un desplazamiento ideológico al centro sino desplegó una “estrategia de centralidad del mapa político”.
Las declaraciones de estos miembros del partido de Evo son la muestra más clara de que el gobierno se asienta dentro del marco conservador de la vieja sociedad y entra en colusión con las fuerzas más retrógradas. Cuando estos afirman que su partido ha dado un “giro hacia el centro” están diciendo que se están comprometiendo con los sectores reaccionarios de la sociedad, ello explica sus alianzas con partidos y personajes “neoliberales”, cuando hablan de la “estrategia de incluir a las élites en su proyecto” están reconociendo que el programa de gobierno es funcional a esas viejas élites y están dispuestos a limar asperezas, cuando señalan que los éxitos obtenidos en las elecciones demuestran la validez de su estrategia están reconociendo que su interés es gobernar con los sectores empresariales y terratenientes a quienes les llaman élites, tal como lo dijimos, el gobierno sigue el camino de asentarse en el marco conservador del viejo Estado para desplegar su programa reaccionario a favor de la gran burguesía, los terratenientes y el imperialismo.
A pesar de esta confesión todavía hay gente que dice que el MAS está llevando adelante un proceso revolucionario y que su programa es antiimperialista cuando lo que sucede en realidad es todo lo contrario, la inicial radicalidad de las reformas ahora son cosa del pasado, y eso es porque la vieja maquinaria estatal ya no está en peligro y no precisa de más recomposiciones. Estas personas que defienden el supuesto perfil revolucionario de Evo cogen el argumento del gobierno sobre las cifras macroeconómicas y se traga el discurso de que “vamos bien”, las comparaciones estadísticas sólo llegan a demostrar que el MAS es eficiente en administrar el capital y que produce buenas ganancias para la gran burguesía, en particular para el capital financiero, pero jamás demostrarán que estamos viviendo tiempos de revolución.
Los revisionistas incrustados en el gobierno, los izquierdosos comprometidos con el Estado de derecho y los “progres” de la pequeña burguesía no pueden comprender que la revolución no se trata simplemente de la administración eficiente de los negocios del capital, la revolución es más que eso, es la transformación radical de las clases sociales para construir una sociedad nueva, un mundo nuevo, es acabar con la explotación de la fuerza de trabajo y la construcción consciente de la nueva sociedad junto a las masas pobres que asumen en sus manos esa responsabilidad.
Esa clase de gente ve en los bonos del gobierno una gran política de redistribución de la riqueza y la califican de revolucionaria, si fuera el caso entonces entrarían como revolucionarios muchos gobiernos de “derecha” de la región (Colombia y Perú entre otros) e incluso el imperialismo europeo y yanqui, lo cierto es que esta política fue diseñada por el Banco Mundial para paliar los efectos de los programas de ajustes promovidos por el imperialismo (FMI, BM) y para evitar la protesta social y no tiene nada de revolucionario.
La inversión en infraestructura caminera y otros tipos de infraestructura que realiza el gobierno también deslumbra a los seguidores de Evo, no entienden que esa visión de desarrollo no se diferencia en nada de las visiones históricas de la burguesía nacional y la gran burguesía, incluso de los objetivos de los gobierno militares como el de Bánzer en sus proyectos de visión nacionalista (reaccionarios por supuesto), no entienden que estos proyectos fundamentalmente sirven para desarrollar los negocios de la gran burguesía, los terratenientes (a quienes el gobierno les promueve el agronegocio) y el imperialismo que se lleva los recursos naturales. Los grandes “proyectos de desarrollo” son financiados por el imperialismo (Banco Mundial, Corporación Andina de Fomento, BNDES de Brasil y otros) con el fin que las clases dominantes hagan buenos negocios y se justifica con el argumento de que esto traerá trabajo y desarrollo al país.
Quienes hablan del antiimperialismo de Evo (guiados por la rimbombancia discursiva) no pueden ver la vocación del gobierno hacia la dependencia del capital imperialista. Esta dependencia se refuerza con la política de préstamos de las agencias multilaterales y a través de la Inversión Extranjera Directa, es decir, a través de la inversión imperialista, que tanto alaba Evo Morales como García Linera. La mentalidad del gobierno no ve más opción que reforzar esta dependencia que deviene en una relación de subordinación. Esto explica los diversos ofrecimientos que hace a las empresas transnacionales de mejores condiciones de explotación y ganancias suprimiendo regalías e impuestos.
Este ha sido el interés fundamental del gobierno (y de los sectores dominantes que lo secundan) en obtener una mayoría absoluta en el parlamento y una legitimación que le permita profundizar el capitalismo burocrático, de esto son cómplices el revisionismo y el oportunismo que contribuyeron a confundir al pueblo y respaldar al caudillo.