Brasil: Hipocresía anticorrupción y persecución a la Juventud Combatiente

Foto: A Nova Democracia
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A Nova Democracia

15/01/2015

La nota Editorial del periódico revolucionario A Nova Democracia del Brasil expone los rasgos criminales de la política de los gobernantes brasileños, en particular estos que anunciaron su llegada al poder como progresistas y que son alabados por el revisionismo y oportunismo internacional, toda esta gente ha sido y es cómplice de los crímenes que estos gobiernos han cometido contra el pueblo, igual que quienes apoyan a Evo Morales y destacan sus características “revolucionarias” para ocultar su verdadero carácter reaccionario.

Muchos revisionistas construyeron una imagen de izquierdista, progresista y revolucionario a la figura de Lula y Dilma, gobernantes que no han sido otra cosa que traidores a su pueblo, demagogos de alto calibre y perseguidores implacables del movimiento popular clasista llegando incluso al asesinato constante, la detención y tortura. Esa es la verdadera faz de estos gobiernos que en su afán de proteger el capital imperialista, terrateniente y el de la gran burguesía no dudan en aplicar políticas fascistas a la hora de reprimir el movimiento revolucionario. Sin duda alguna esta clase de gobiernos pertenecen al campo reaccionario y al de los enemigos del pueblo así como la banda de oportunistas que le sigue cual coro de misa para seguir engañando y traficando con las esperanzas del pueblo.

Análisis y Opinión

 

A Nova Democracia (Brasil): Editorial. Hipocresía anticorrupción y persecución a la Juventud Combatiente

A Nova Democracia, Brasil

Nota – Reproducimos a continuación el Editorial titulado «Hipocresía anticorrupción y persecución a la Juventud Combatiente» publicado en el periódico brasileño A Nova Democracia nº 143, primera quincena de Enero de 2015 y que Gran Marcha Hacia el Comunismo hemos traducido al español:

EDITORIAL – HIPOCRESIA ANTICORRUPCION Y PERSECUCIÓN A LA JUVENTUD COMBATIENTE

El oportunismo electorero del PT/PCdoB, a la cabeza del viejo Estado semifeudal y semicolonial brasileño, no pierde el tiempo de, en cada oportunidad, mostrar sus semejanzas con los gestores de turno anteriores de cualquier sigla de Partido Único.

En términos de corrupción, pululan escándalos involucrando a ilustres figuras ligadas a los diferentes grupos de poder del PT que forcejean por controlar el gobierno. Llega a ser cómico ver a la oposición emasculada en el Congreso cacarear por la moral y las buenas costumbres, mientras la bancada gubernamental, plácidamente, conduce al olvido, caso tras caso, implicando a tal coalición gubernamental.

Ya dijimos en estas páginas que el PT no inventó la corrupción, y ni (tal vez) sea la sigla más corrupta. Sin embargo, es innegable que el oportunismo electorero se arrojó con saña incomparable a las arcas públicas, dejando rastros indelebles, pero ya no siendo más neófito en la práctica.

“En lo que se refiere” a Petrobras, se trata de la mayor empresa brasileña y, obviamente, la gallina de los huevos de oro para quien pretenda hacer caja o también enriquecerse con la vieja tradición patrimonialista que ese mismo oportunismo tanto gusta de atacar, como si fuese diferente de las viejas oligarquías.

La empresa fue saqueada gobierno tras gobierno, desmembrada por los militares y vendida en parte por Fernando Henrique Cardoso [expresidente de Brasil]. Tuvo reservas dilapidadas en licitaciones por Luiz Inácio Lula da Silva/Dilma Rousseff, todo al ritmo del `diktat´ imperialista, que siempre se cobra la parte del león y permite que las ratas disfruten de sus migajas.

Todos los gestores de turno y sus pandillas se aprovecharon con esas migajas y beneficiaron a las empresas patrocinadoras de las campañas cotillas, al tiempo que aplacaron el hambre de las bases aliadas (casi siempre el PMDB y demás).

A los crédulos de turno, se les puede decir que no, la corrupción no acabará en Petrobras, ni en ninguna otra entidad ya sea pública o privada, mientras exista este sistema de explotación y dominación. Las operaciones altisonantes de la Policía Federal y juicios farsa no tendrán el mismo efecto pedagógico, puesto que toda denuncia tiene la pretensión de apenas desplazar a grupos que ya se aferraron demasiado a los ingresos proporcionados a aquellos que administran el capitalismo burocrático en Brasil.

Mientras tanto, la gerencia del PT, sin legitimidad ante el enorme boicot electoral, intenta acomodar intereses muy distintos en busca de un pacto para superar la crisis inminente. Se ve acosada por la reproducción `ad nauseam´ por parte del monopolio de los medios de comunicación de la vieja cantinela de lucha contra la corrupción como la panacea para todos los males de la nación.

La falsedad de tal proposición es fácilmente comprobada cuando se percibe que, de forma subterránea, los monopolios petrolíferos se mueven, prestos a beneficiarse con la desvalorización (maquinando en las Bolsas la desvalorización de las acciones para adquirirlas rápidamente al mejor precio) y posible quiebra de Petrobras; apropiándose de trozos cada vez mayores de las riquezas nacionales, ya en parte en manos de extranjeros.

Histéricos, los defensores incondicionales del oportunismo insisten en la tesis antidialéctica, aunque propiamente ridícula, de que la percepción de que hay más corrupción se debe al hecho de que existe un mayor combate a la corrupción en la gestión del PT/PCdoB. Irritados con el monopolio de la prensa, de quien fingen ser enemigos y que les han servido casi hasta ahora en su `marketing´ fantasioso de “Brasil maravilla y 5ª potencia mundial”, vociferan contra los escándalos protagonizados por el PSDB, tan mal investigados como el resto.

El pugilato moral y jurídico entre las fracciones políticas de las clases dominantes y los monopolios de prensa repiten hasta la saciedad toda esa escenificación de ética en un intento por tapar los oídos y los ojos del pueblo para distraerlo de su rebelión latente. En medio de esta confusión moral hipócrita, orquestada por la Red Globo, toda esa canalla política se une, a través de sus emuladores en la burocracia judicial y policial; lanza su furia fascista contra jóvenes activistas, en una persecución sin cuartel para demonizarlos; los detiene y condena por la práctica de “actos violentos”. Ellos son los activistas de las estremecedoras manifestaciones que, desde junio de 2013, se alzaron en las calles de Brasil exactamente contra todo este estado de cosas.

¡Abajo este viejo y podrido orden de explotación y opresión y viva la Juventud Combatiente!

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