Movilización de las mujeres de Achacachi pidiendo la renuncia del Alcalde, la liberación de sus dirigentes y la investigación del papel del defensor del pueblo en el conflicto. Foto: ANF
Análisis y Opinión
05/09/17
El conflicto de Achacachi, reactivado nuevamente por la orden de enviar a la cárcel al principal dirigente vecinal Esnor Condori y dos profesores más, ha generado una solidaridad de diversos sectores sociales y populares y un mayor descrédito del gobierno de Evo Morales comprometido en defender a su alcalde corrupto con la complicidad de otras autoridades.
Las protestas contra el gobierno se reiniciaron hace unas dos semanas[i] y ha generado la solidaridad de otros sectores populares también golpeados por el gobierno, uno de ellos es el TIPNIS[ii] que firmó una alianza que, según sabemos, ha sido refrendada por las bases. Recordemos que el conflicto actual del TIPNIS se activó debido a que el gobierno de Evo Morales retiró, mediante ley y una serie de falsedades, la cualidad de intangibilidad al territorio indígena con la pretensión de construir una carretera por medio de la zona, que además es área protegida y territorio indígena, con la intención clara de satisfacer las demandas de su clientela cocalera de abrir el territorio a la plantación de más cocales, satisfacer también los deseos de los ganaderos del departamento del Beni que quieren sacar sus productos por una vía que les reportará grandes beneficios, pero principalmente para satisfacer los compromisos asumidos con la gran burguesía brasileña dentro del proyecto del Banco Mundial (IIRSA) que financió estas construcciones a través del BNDES y tienen el objetivo de conectarse al mercado chino e indio por los puertos chilenos atravesando el territorio boliviano.
Esta alianza de campesinos/indígenas también contó con el respaldo de los campesinos cocaleros de los Yungas que están agremiados en la asociación ADEPCOCA quienes han tenido problemas con el gobierno debido a que la recientemente aprobada Ley de la Coca beneficia fundamentalmente a los cocaleros del Chapare, de donde salió Evo Morales, y perjudica a los yungueños.
A esta articulación se unieron los obreros fabriles de La Paz que también firmaron un compromiso con los dirigentes de Achacachi. Los fabriles agrupados en la Federación de Fabriles están sufriendo una arremetida del gobierno para dividirlos y controlarlos, usaron a un candidato afín al gobierno que se hizo del cargo con maniobras y sin elecciones, el Ministerio de Trabajo aprobó sus “credenciales” en tiempo record; pero las bases descontentas y molestas con este manoseo político del gobierno lo ha rechazado y ha elegido en una gran asamblea a sus representantes. Esta dirigencia aprobada por las bases enfrenta ahora el reto de realizar su gestión porque el candidato del gobierno, como un auténtico esquirol en el movimiento fabril, usa a la policía del régimen con todo su aparato represivo y su “credencial” del gobierno, para atacar y tomar las instalaciones del sindicato fabril en contra de la voluntad de las bases.
A estos grupos que ahora apoyan la lucha de los pobladores de Achacachi se sumaron también otras agrupaciones como la Federación de Juntas de Vecinos de El Alto (sector contestatario), la CSUTCB campesina también disidente de la oficial, las Bartolinas Sisa (disidentes), la Federación de maestros urbanos de La Paz y recientemente los residentes de Achacachi que han llamado a unirse a la movilización en contra del corrupto acalde, por la liberación de sus dirigentes y por la investigación del papel delincuencial del defensor del pueblo en esa localidad.
Un elemento a destacar en esta movilización es la denuncia al gobierno como un perseguidor político contra sus dirigentes, una acusación que ya no solo lo plantean algunos sectores disidentes o la oposición conservadora, sino de las bases campesinas y obreras que en algún momento apoyaron a Evo Morales pero que ahora viven en carne propia la política fascista corporativa que aplica el gobierno contra sectores del movimiento popular. Como hemos explicado en nuestro artículo anterior sobre Achacachi, el gobierno descarga toda una batería contra los dirigentes vecinales mientras protege con todo a sus autoridades corruptas como el alcalde de Achacachi. Esto es claramente una política de persecución y criminalización de la protesta.
Lo que causa más indignación a la población movilizada, que tiene a las mujeres con sus hijos protestando en la ciudad de La Paz, es la forma en que el gobierno de Evo desacredita su lucha apuntando a que es un movimiento financiado por la “derecha” y cuenta con el aval de la Embajada yanqui. Esta acusación resulta ridícula y estrafalaria, además es un insulto a la inteligencia de los manifestantes y de la población en general, cualquier persona con un sobrante de materia gris en la cabeza se da cuenta de lo artificial de esta acusación, lo que sucede en realidad es que el gobierno ha perdido totalmente el control de sus bases y se encuentra desesperado porque no puede controlar los conflictos que lo deslegitiman más y más.
El vicepresidente García Linera ha dicho incluso que hay un tinte fascista en la movilización de Achacachi que quiere desacreditar al gobierno. Sus acólitos, entre ellos el defensor del pueblo (léase defensor del gobierno) dicen que la movilización es política pretendiendo decir que hay intereses distintos al reclamo local.
En realidad toda manifestación popular es un acto político ya que se trata de una acción organizada en defensa de sus derechos por lo tanto usa medios y mecanismos políticos para conseguir sus fines, generalmente luego de muchas tentativas de ser escuchados y obtener fracasos en ese intento. Los gobiernos reaccionarios (y el gobierno de Evo Morales cumple ese papel) tildan de “política” toda manifestación del movimiento popular con el fin de desprestigiarla y desacreditar sus objetivos y métodos.
Los funcionarios del MAS conocen muy bien esto, antes defensores de las luchas populares criticaban duramente a los viejos gobiernos conservadores el uso del desprestigio contra la movilización popular, hoy, como buenos reaccionarios, Evo Morales, García Linera y sus ministros usan la misma estrategia para descalificar cualquier protesta en contra de su gobierno.
Mujeres y niños frente al penal de San Pedro para pedir la liberación de su dirigente Esnor Condori. Foto: Correo del Sur
Más aún, el gobierno suele decir que la estrategia de alianzas revela el “carácter político” de la movilización y los intereses ocultos contra el gobierno; el objetivo que persiguen con esta acusación es aislar la movilización para que luche sola. Esta es otra vieja táctica reaccionaria que siempre usaron los administradores del viejo Estado para impedir que la lucha se generalice y obtenga la solidaridad de los demás sectores y de la población. Una frase muy recurrente entre los tirasacos del gobierno es “nada tienen que ver esos otros sectores en la movilización de Achacachi” sin embargo, se trata de todo lo contrario, la movilización popular de Achacachi tiene que ver totalmente con todos nosotros, no solo porque es una movilización popular legítima, ese solo hecho merece el apoyo de la población, sino porque además se trata además de la lucha contra las autoridades corruptas del gobierno, un problema que aqueja a todo el país, de norte a sur y de oriente a occidente, del que las personas se andan quejando todos los días, que ya no aguantan más, incluso Evo Morales en su momento llamó a denunciar la corrupción porque su gobierno iba a luchar contra ella, hoy ese llamado ha quedado como una promesa mentirosa porque hace todo lo contrario y aplica persecución política contra los dirigentes de esta lucha.
La protesta de Achacachi requiere no solo de las alianzas de los demás sectores perseguidos y golpeados por el gobierno de Evo Morales, requiere el apoyo de toda la población y los sectores populares, requiere de una solidaridad política para acabar con las medidas reaccionarias que implementa contra el pueblo, porque el gobierno actúa políticamente contra él, usa su poder institucional y a sus elementos rastreros como por ejemplo el defensor del pueblo.
Otro elemento que ha mostrado la movilización es que el gasto millonario que hizo el gobierno en propaganda para limpiarse la cara como corrupto no ha servido para nada. La población en general y particularmente la población rural como la de Achacachi no se tragó el cuento de que las más altas autoridades del gobierno como Evo Morales no tienen sucias las manos con la corrupción.
Los líderes de la movilización señalaron que sus planes de lucha se llamaban Evo Morales, García Linera y Gabriela Zapata, en realidad no se trata de una planeación operativa para la movilización sino más bien de un elemento simbólico para restregarle en la cara al gobierno el relacionamiento delictivo y corrupto que ha tenido en estos tiempos[iii], las mujeres movilizadas incluso dijeron que querían conversar con la esposa del vicepresidente y luego con Gabriela Zapata.
Los dirigentes saben que en realidad esta no es una gestión planeada para conseguir mediación alguna, se trata del uso sarcástico e irónico del tema, de decirle a Evo Morales que no le creen, que no les ha engañado cuando dice que lucha contra la corrupción, se trata de retarlo como a un corrupto porque es lo que hace cuando defiende al acalde corrupto de su partido, es la evidencia clara de que el dinero no ha podido comprar la conciencia de las personas del pueblo y que tarde o temprano se lo enrostran para decirle “no te creo Evo”, como cuando las movilizaciones en la ciudad protagonizadas por varios sectores cantan el “lero, lero Evo bandolero” “zas Zapata, donde está la plata”.
Las luchas de los sectores populares están presentando diversas estrategias y tácticas, pero necesitan tener un centro, precisan de una gestión organizada, de una estructura; la creatividad es importante y debe contribuir a la construcción de una dirección política, la movilización de Achacachi se muestra como algo más organizado por su tradición de lucha a diferencia de otros frentes de lucha donde el “horizontalismo” y la aversión a la construcción de una dirección marcan hasta cierto punto el fracaso. El enemigo que enfrenta el movimiento popular está organizado, tiene un inmenso poder, hace planes a pesar de su mediocridad; por ello es necesario enfrentarlo organizada y concentradamente, sino las posibilidades de éxito real y concretas serán postergadas o se extinguirán, o nos llevarán a reemplazar un explotador con otro, como ha sucedido con el gobierno de Evo Morales.
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La lucha emprendida por el pueblo de Achacachi demandando transparencia en el manejo de los recursos al alcalde masista Ramos, es una de las muchas que se han levantado en los últimos años contra alcaldes oficialistas corruptos. Hace unos minutos un diputado de la oposición anuncia que el alcalde oficialista, cuestionado y corrupto, ha sido citado para que se presente el 27 de septiembre a dar su Informe Oral a la cámara de diputados. Las preguntas que el pueblo se hace es: ¿servirá de algo? ¿aclarará los malos manejos en los que ha incurrido y los motivos de la suspensión del uso de recursos de la cuenta del municipio desde el pasado año? ¿renunciará y se pondrá a derecho en los procesos que se le sigue y que la Fiscalia masista no activa desde hace meses? estas y otras preguntas tendrán como corolario lo que ha venido pasando sucesivamente a lo largo de más de 10 años de gobierno masista cuando un ministro ha sido interpelado: es decir NADA, por el contrario le darán un espaldarazo y apoyo correspondiente.
La movida oficialista con el apoyo de la oposición busca seguir dando largas a la lucha del pueblo de Achacachi, cansarlos, desgastarlos y proseguir con la persecución política y criminalización de la protesta popular