Consolidar el proceso de reformas es el objetivo del encuentro que promueve el MAS con las organizaciones que tiene a su control. Bajo el engañoso lema de construir una nueva Agenda, el gobierno busca respaldo a sus políticas antipopulares así como recuperarse de sus últimas derrotas políticas como las elecciones judiciales y el caso TIPNIS.
Fue el 12 de octubre que el gobierno armó, con todos los recursos estatales a su alcance, una concentración de militantes de todo el país donde anunció que la Agenda de Octubre había sido cumplida y era necesario hacer una nueva agenda. Morales convocó a todas las organizaciones sociales e instituciones económicas y políticas de todo el país a debatir y construir una nueva agenda que marque el rumbo de la política del gobierno.
La convocatoria inicial no tardó en reducirse y se puso la organización del evento en manos de las organizaciones adictas al MAS (Colonizadores, CSUTCB oficialista, “Barzolinas”, Conalcam entre las destacadas) que empezaron a poner los puntos de discusión. Como era de esperarse las propuestas giran en torno a las orientaciones del gobierno en clara dirección a quienes considera opositores. Las propuestas que se han hecho públicas son hacer una ley de medios de comunicación, discutir sobre la carretera del TIPNIS (que promociona una marcha de grupos del MAS para construir la carretera), la eliminación de la subvención de la gasolina que significa gasolinazo, modificar la ley de hidrocarburos, entre otras.
La cumbre, a la que también están invitados los empresarios privados, según palabras del vicepresidente, es para profundizar el proceso de cambio. En ese sentido, basta ver las propuestas y los actores para darse cuenta de que las orientaciones políticas del proceso no se diferencian en nada de las tantas propuestas históricas del nacionalismo boliviano guiadas por la necesidad de hacer reformas, serias o no, coyunturales o de más o menos largo aliento, para seguir manteniendo con vida al viejo Estado burgués terrateniente. La diferencia de hoy respecto a otras épocas históricas es que cuenta con la legitimación de los llamados movimientos sociales gubernamentales que cada vez son menos. La “participación popular” está muy lejos de las afirmaciones del vicepresidente de que “hoy el pueblo boliviano ha consolidado su unidad histórica en torno a un único proyecto de Estado, economía y sociedad”, la no presencia de importantes sectores populares como obreros e indígenas además del creciente rechazo de la población a determinadas políticas gubernamentales son muestra evidente de la inexistencia de alguna unidad histórica.
El sueño histórico del nacionalismo boliviano (llámese nacionalismo revolucionario o nacionalismo de izquierda) fue, y sigue viviendo en algunos, un desarrollo capitalista industrial independiente. Este sueño, sin embargo, tropezó con la dominación imperialista y las relaciones enfeudadas que existen en nuestro país, además al entrar el mundo en la época imperialista se hizo históricamente inviable. Sin embargo esta vieja idea nacionalista se renueva permanentemente con la idea de construir un Estado moderno (capitalista) bajo el mecanismo de la democratización de la acción política (elecciones de todo tipo, sistemas de control social a los aparatos del Estado, descentralización del poder, etc.) y con la promesa del desarrollo industrial.
Estos cambios aparentes (de modernización) que se han venido produciendo desde la llamada “etapa democrática” son cambios en la piel del sistema, no han tenido mayor impacto en las condiciones fundamentales del pueblo, ha funcionado como un analgésico a los grandes males de los sectores explotados.
Esta dirección emprendida por el Estado boliviano no ha variado fundamentalmente en el llamado proceso de cambio, la política seguida por el MAS desde que asumió el gobierno sólo ha seguido el camino de sacar al Estado de su crisis profunda; los puntos planteados para la discusión en el encuentro que va a realizar el MAS en Cochabamba el 11, 12 y 13 de diciembre se enmarcan dentro de las necesidades del capitalismo atrasado que vive Bolivia, la necesidad de conciliar intereses con sectores dominantes (banqueros y empresarios) dentro de los límites que el imperialismo coloca, por ello la necesidad de acabar con la subvención a los carburantes y cargarle este costo al pueblo o cumplir de una u otra forma con los intereses imperialistas en la construcción de la carretera por el TIPNIS.
A diferencia de los puntos planteados para este nueva cumbre, la Agenda de Octubre que emergió directamente de la lucha del pueblo boliviano el 2003 tenía un carácter marcadamente antiimperialista, aunque no se articulaba con la perspectiva clara de una transformación abiertamente revolucionaria por falta de dirección, tuvo el mérito de poner en cuestión el carácter de clase del Estado y expresó consecuentemente una lucha antiimperialista. El papel que el MAS ha jugado respecto a esta Agenda ha sido el de tergiversarla a través de políticas de conciliación con el imperialismo, los terratenientes y los sectores de la gran burguesía financiera e industrial en Bolivia.
De esta forma, la nueva cumbre entre sectores del MAS y empresarios es un ejercicio para respaldar la política antipopular del gobierno y desviar la atención de su fuerte desprestigio político generado a partir de las acciones en casos como Caranavi, Potosí, gasolinazo y el Tipnis.