La corrupta democracia peruana sostenida por el fascismo

Foto: Periódico Hildebrant en sus trece, No 545

Julián Amaru

28/06/2021

Podemos afirmar con claridad que la corrupta democracia peruana nunca mostró con más claridad su carácter de clase, su esencia delictiva, corrupta, antipopular, antiperuana, conservadora, rancia y retrógrada. Nos estamos refiriendo a esta formal (y también real) “democracia peruana” que han manejado las clases dominantes más conservadoras y reaccionarias en estas últimas décadas, y que todo aire de cambio, por más pequeño que sea (y dentro del sistema) le huele a revolución y comunismo, y se espanta con ello cual beato que siente la presencia de satanás, y se dispone a reventar por los aires las normas “democráticas” que ellos mismos establecieron y juraron respetar.

La corrupta democracia peruana no es más que una farsa para engañar al pueblo y a las clases pobres, se trata en esencia de una dictadura de clase, de las dominantes, para garantizar el mecanismo de enriquecimiento de éstas, sobre la explotación de la case obrera y la sociedad en general.

Hoy, una organización criminal cuya líder, Keiko Fujimori, está acusada para una pena de prisión de 30 años, apuntalada y financiada por un puñado de poderosos empresarios corruptos implicados en el caso Odebretch, con organizaciones políticas altamente conservadoras y adictas a las teorías conspirativas y al fascismo cristiano con mucha dosis de ignorancia y demagogia populista, a quien se le juntó viejos cadáveres políticos implicados en los mismos delitos corruptos, con el apadrinamiento de algunos grupos intelectuales entre los que figura el rancio y conservador Mario Vargas Llosa, una bien montada (y pagada) red de periodistas y medios de comunicación, un poderoso y carísimo grupo de abogados que trabaja día y noche en la construcción de chicanas legales, militares en retiro de las décadas pasadas que, en un afán sedicioso, han pedido al alto mando militar desconocer al ganador del proceso electoral, muchos de ellos criminales de guerra condenados por asesinato pero que no cumplieron carcelería y, finalmente, la pública participación del siniestro ex asesor del ex presidente Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, experto en operaciones criminales contra el pueblo y los derechos fundamentales de las personas, además de una facilidad para corromper funcionarios del más alto nivel; todos estos se han juntado para defender la libertad y la democracia en el Perú.

No se trata de una casualidad ni una paradoja de la historia peruana, no es un hecho excepcional ni ajeno a la política del país, ni siquiera de los demás países de nuestro continente. Lo que estamos viendo es cómo defienden sus intereses un sector de las clases dominantes que ya tienen buen tiempo administrando el Estado y beneficiándose de él, en el caso peruano un “estado de derecho” y una “democracia burguesa” que es más o menos un remedo del armazón institucional de las potencias imperialistas que no logra, ni logrará, el teórico sueño de construir poderes independientes, todo lo contrario, siendo un país sin independencia del mercado mundial imperialista y construido sobre la base de relaciones económicas y políticas semifeudales, las instituciones que construye claramente responden a estas formas.

Qué significa que la decisión de un evento electoral no pueda definirse hasta el momento, que la misma esté sometida al capricho de una candidata que se vale de todo tipo de chicanas para desconocer el resultado del proceso, que pretenda desconocer la “voluntad popular”, no es acaso el respeto a esa voluntad el principio máximo de la “democracia”, sin embargo, esta forma de hacer política, a la que en general el establishment le hace el juego, no es más que una forma de gamonalismo de la política donde precisamente los sectores poderosos hacen todo lo posible para romper la decisión expresada en el juego electoral, incluso con amenazas de sedición y golpe de Estado. Esas son las formas de la corrupta democracia peruana de las clases dominantes, que son válidas cuando ganan ellos y no lo son si ganan aquellos que no les conviene.

Pero no se trata solo de estos sectores de las clases dominantes peruanas sino también de los demás países en su misma condición, hablamos de los países del tercer mundo que han construido sus instituciones de la misma forma, el caudillismo político siempre ha sido un rasgo predominante en toda la región, la norma en realidad a la hora de hacer política, y no importa si este rompe las “normas democráticas”, como fue por ejemplo el autogolpe que dio Alberto Fujimori (padre y progenitor político de Keiko Fujimori) el 5 de abril de 1992, acto que fue socapado por todas las “democracias” de América.

Ante las denuncias de sedición y golpe lento que circulan hoy en muchos de los sectores políticos del Perú y fuera de él, qué dice el Grupo de Lima, dicen algo los demás presidentes latinoamericanos que normalmente se inmiscuyen en los procesos que les incomodan, ¿que haya un proceso sedicioso en marcha en el Perú no les preocupa? ¿Es porque los está llevando los sectores más conservadores? Entonces son cómplices de estos. Si fuera al revés, si el candidato Pedro Castillo anunciaría que no va a respetar los resultados y llamara a la fuerza armada a desconocer al ganador ¿abriría la boca esta gente? Estamos seguros que sí. Se trata por tanto de la confluencia de los intereses de clase, no de la defensa de alguna idea de democracia o del Estado de derecho, eso en realidad no es lo que importa.

Y no es que el candidato opositor, Pedro Castillo, sea el representante de la revolución y el comunismo, absolutamente no, Castillo está muy alejado de eso. El propio hecho de ser parte de las elecciones significa que es un candidato del sistema y que su propuesta está dentro de él; además, de esto se ha encargado todo el aparato de prensa que ha demolido poco a poco, todo lo que pueda parecer radical en el programa (o grupo de ideas) que ha manejado este candidato. A fuerza de presentar “credenciales democráticas” este candidato ha tenido casi que renegar de sus propuestas iniciales, llevado de la mano por la tradicional izquierda electorera que se le ha tenido que unir, pues Castillo cayó como un huérfano en la segunda vuelta y carecía de equipo político, económico y de todo en realidad, se ha despojado de todo atisbo de transformación del país o cambio en alguna dirección popular para jurar y rejurar que va a “respetar la democracia peruana” es decir, va a respetar aquello que es el principal problema para el pueblo peruano, la corrupta democracia peruana y todo lo que conlleva esto, el mecanismo de reproducción de la ganancia de las clases poderosas, los jugosos negociados económicos y el saqueo de las riquezas, la ganancias que se lleva el imperialismo con el programa económico implantado, que por otro lado ha generado y genera gran cantidad de pobres en el país, una dinámica política de represión y muerte, un alto grado de lumpenización e inseguridad que golpea al pueblo todos los días.

En su afán por quebrar todo atisbo de cambio, la prensa ramplona insiste en la idea de que el candidato Castillo es el cuco que va a llevar a la ruina económica al país, que va a traer pobreza y caos, que va a destruir la democracia, como si el Perú actual fuera una maravilla, como si no hubiera una gran cantidad de pobreza y miseria, como si no hubiera gente que muere por falta de acceso a la salud todos los días, como si las diferencias entre ricos y pobres no fueran enormes. El “desarrollo económico peruano” es inversamente proporcional a la cantidad de niños desnutridos que existen hoy en el país, y directamente  proporcional a la cantidad de grandes empresarios y políticos que se han beneficiado con la corrupción en base al saqueo de las riquezas naturales alentados por el alza de los precios de los minerales en el mercado mundial. Ese “desarrollo” no ha sido para los pobres sino para el grupo poderoso y mafioso político y empresarial que ha manejado el país en estas últimas décadas.

Es el mismo sector de la gran burguesía que apuntaló a Alberto Fujimori, los que impusieron su programa político en base a muerte, tortura y desaparición durante toda la década de los 80 y 90s, los criminales que tenían hornos de cremación en cuarteles militares como lo tenían los nazis, quienes encarcelaron a miles de inocentes para imponer sus planes a sangre y fuego, los mismos que llevaron a cabo el plan de esterilizar a mujeres pobres y campesinas dentro de la política antisubversiva, los que llevaron un plato de lentejas en un taper a los sectores populares para comprarlos, mercenarizarlos y lumpenizarlos.

Es verdad que un gran sector de la población, particularmente pobre, ha puesto sus esperanzas en el candidato Pedro Castillo, principalmente porque se siente hastiada del estado de cosas que vive día a día, porque busca una opción distinta que le permita satisfacer algunas expectativas de cambio, más que una esperanza en Castillo se trata de una esperanza de cambio apoyando a una figura política que no esté emparentada con el viejo círculo político y social que ha dominado el país, carente en la actualidad de una alternativa revolucionaria, busca un nuevo rumbo para construir la esperanza.

Debemos advertir sin embargo, que el país no se debate entre el statu quo y la transformación, no se encuentra entre el orden y la revolución, ni siquiera está en juego el programa económico en su esencia, el viejo Estado peruano necesita un ajuste y una modernización, y precisa también de un recambio en sus figuras políticas porque las que tiene están totalmente desprestigiadas ante la población. La existencia de muchos candidatos en primera vuelta demostraron que los sectores conservadores están buscando un nuevo representante para administrar el Estado porque el fujimorismo está muy desgastado y carga un lastre incómodo a sus necesidades actuales, sin embargo, la hija del déspota Fujimori, mostró, aunque con muy poco, que era lo mejor que tenían los sectores conservadores en esta segunda vuelta frente a la aparición del candidato marginal como Castillo que se presentaba como amenaza a sus intereses inmediatos, por ello han apostado con todo por ella y han se han visto en la necesidad de quemar figuras como Vargas Llosa para legitimarla.

El Estado peruano tiene la necesidad de cambiar ciertas formas de hacer política y reproducir la economía para legitimarse ante la población, el hecho de que haya habido un gran ausentismo en el acto electoral es una preocupación, la capacidad de movilización de la gente en contra del gamonalismo político es algo que preocupa al Estado, la crisis abierta y agravada por la pandemia y la constante lucha de los pueblos contra el saqueo de los recursos naturales habla de una crisis que precisa ciertos ajustes y en ello, el Estado peruano, está dispuesto a dejar a algunas de sus fichas incluso permitiendo que sean llevadas a prisión como parte del trofeo a ofrecer a las masas que quieren justicia, en ese sentido, no es descabellado que los sectores dominantes acepten a un candidato como Castillo en la administración del Estado si este le garantiza mantener el sistema a cambio de algunas reformas, no es nuevo en la región, es algo que el viejo Estado puede negociar, como sucedió con Velasco Alvarado en los 60s. Lo que busca es contener el descontento popular y neutralizar cualquier intento de reiniciar el proceso revolucionario después de cesada y derrotada temporalmente la Guerra Popular que dirigió el Partido Comunista del Perú, y mantener el programa económico, el privilegio de los sectores poderosos y garantizar los grandes negocios de saqueo de riquezas en las poblaciones conflictivas, algo que pueden lograr con Castillo a cambio de ciertas concesiones y que se hace más difícil con figuras como Fujimori que tendrían que recurrir a una mayor intervención policial y militar.

Aunque no está descartada la opción Fujimori, incluida la alternativa de sedición y golpe, en particular en los sectores más conservadores, saben que está los llevará a un mayor proceso de fascistización y posiblemente tengan que enfrentar un mayor costo político que el que pagarían sometiendo a un candidato como Castillo, es lo que está en juego y parece decantarse, al menos por ahora por la segunda alternativa, porque al fin y al cabo, tendrían un candidato atado de pies y manos en el congreso y que podrían cambiar cuando quisieran cuando ya no les haga falta.

Una mayor fascistización solo golpearía al pueblo, no solo violentando y desconociendo su voluntad, sino también persiguiendo, encarcelando y desapareciendo toda disidencia que se presente contra la dominación de clase y la opresión de sus medidas económicas. Es preciso hoy que se fortalezca la organización popular, que el movimiento popular independiente y clasista se organice para luchar, que los revolucionarios busquen dirigir al movimiento popular, en tanto consigue reestructurarse y retomar el movimiento revolucionario, solamente la organización popular podrá enfrentar al fascismo y desenmascarar el oportunismo reformista que vaya a traicionar las aspiraciones de las masas.

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